Sé lo que se siente cuando te clavan un puñal por la espalda. Repentinamente notas como el dolor aparece de la nada y se inyecta en tu sangre. Lentamente. Torturándote. Sientes que tu alma se parte en dos y por un momento crees no poder soportar tanto dolor. Te mareas, tu corazón late frenéticamente pidiendo a gritos más oxígeno y tus pulmones no consiguen proporcionártelo. Lo intentas pero por más que lo deseas no puedes. Tu mente se ha bloqueado, las piernas te fallan y lo único que consigues ver es la oscuridad. Un abismo se cierne sobre ti, y no puedes escapar. Tienes frío y te estás quemando al mismo tiempo. Desearías morir para no sentir tanto sufrimiento.Te intentas convencer de que simplemente es una sensación y de que puedes controlarla. Pero al segundo siguiente, una nueva sacudida de dolor te llega sin previo aviso, como un poderoso tsunami, arrasando todo lo que encuentra a su paso. Así, día tras día, hora tras hora, minuto tras segundo.
Al final no percibes el tiempo, pero tampoco te importa. Sólo quieres que ese maldito dolor se extinga por completo. ¿Pero qué hacer para conseguirlo?
¿Pretendes ignorarlo? Desgraciadamente no podrás, deberás seguir sufriendo, cicatrizar esa gran herida poco a poco, con paciencia y esfuerzo. No perder la compostura, seguir siendo tu mismo. Levantarte, seguir avanzando. Ser fuerte, luchar por ti mismo. Vivir
No hay comentarios:
Publicar un comentario